Cada cierto tiempo, el autor emprende proyectos de largo aliento. Lo suyo no es la fotografía espontánea o las imágenes de calle que tanto abundan en nuestros días. Mucho menos, la inmediatez y efímero de las imágenes que circulan por las redes sociales. Él necesita entender su objetivo, reflexionar sobre su existencia y luego acercarse lentamente, con cautela, para entablar una relación afectiva que proviene de su profundo amor y respeto por la fotografía. Por eso su trabajo es análogo y en blanco y negro.
Si antes salió a las calles y humanizo la tragedia de quienes no tienen casa, esta vez posa su mirada en los nidos de los pájaros, aquellas construcciones de perfección y belleza absoluta que son abandonadas luego que los polluelos aprenden a volar. Los nidos de Sebastián Donoso están fotografiados sobre fondos blancos, impolutos. Así, las pequeñas ramas entrelazadas conforman líneas que se entrecruzan y que destacan sobre el fondo, como el gesto de un lápiz sobre el papel. Bajo la mirada experta del autor se transforman en dibujos, en poética visual, en gestos mínimos que dan cuenta de una extraordinaria sensibilidad.