Para esta fotógrafa venezolana radicada en Chile, no son los ojos, sino las manos, lo que mejor refleja el alma de las personas. Por ello, en esta serie intenta “retratar” a diferentes personas sólo a través de sus manos. Y claramente lo logra, porque ante las imágenes –a veces tiernas, a veces dramáticas- de manos cruzadas, gesticulando o en reposo, podemos vislumbrar a la persona detrás de ellas.
Basta con mirar estas manos en blanco y negro para que se nos aparezcan historias humanas, relatos de personas de diferentes edades y oficios y entonces, como la autora, entendemos que también las manos son el reflejo del alma y la vida.