Inaugurada el mes pasado, esta exposición ha suscitado una suerte de encantamiento en gran parte del público que la ha visto. Es que los paisajes a gran formato, sin bastidor, inundan las salas y parecen desbordarse desde las telas, trayendo a la capital la luz, temperatura y humedad de los lugares donde aún la naturaleza ejerce su reinado.
Para trabajar esta serie, el autor viajo por diferentes lugares del mundo y retuvo su esencia agreste en pequeños bocetos ejecutados con óleo. Más tarde, en su taller de Paine, traspasó la experiencia a las telas de gran escala que conforman la muestra.
Lorenzo Moya se formó en la Universidad de Chile y ha dedicado su vida entera a la pintura. Ha expuesto en diferentes lugares del mundo y su obra se encuentra en importantes museos y colecciones. Con esta exposición da un giro en su quehacer y se plantea la pintura como un discurso ecológico. Es cierto que la naturaleza siempre estuvo presente en sus trabajos, algo así como telón de fondo para las fábulas que narraba. Esta vez, se vuelve protagónica, sin nada que narrar, porque el sólo contemplarla se vuelve una experiencia en sí misma.