Una técnica muy personal conforma el sustrato en la obra de esta artista formada en la Universidad Católica. Trabajos sobre lino y sobre papel se despliegan en la sala a la manera de un código lingüístico, es decir agrupados de modo que, en conjunto, expresan una idea, una emoción, un estado.
Todo en la obra de Vicuña es sutil y pareciese que siempre estuvo ahí. Desde los formatos, acotados e íntimos, hasta el color; cerúleos, ocres, grises, rehúyen de la estridencia y parecieran tocar una nota sostenida que transmite tranquilidad y belleza. Aún en los collages, cuando mediante el ensamble de papeles intervenidos tensiona la composición, la autora logra encontrar la calma y dar con el tono preciso para transportar al espectador a un mundo inventado, suspendido en tiempo y espacio.