La autora mira el mundo con ojos de niño, algo que en estos tiempos, se aprecia y se valora. Su mirada ingenua se posa en lugares y hechos relacionados con la tradición y la fiesta. Es que en la pintura de Byrne, todo es color y energía, un mundo luminoso y lúdico, habitado por seres optimistas y alegres. Sin embargo, detrás de ello subyace un completo proceso de observación, conversión y composición, porque en estas obras nada queda al azar y, aunque aparentemente no existan normas, demuestran el absoluto control de la autora para crear estos mundos imaginados basados en la realidad.
Sobre su trabajo, el destacado pintor Benito Rojo señala: “Cuando veo obras de Cecilia Byrne como: La Serena de noche, o Cuasimodo imagino el gran teatro del mundo que descorre sus cortinajes dejando ver estas ejecuciones luminosas de una pureza primigenia y llenas de poesía. La naturaleza con sus cielos y montañas texturadas, los hombres organizados en coreografías espontáneas, la arquitectura de iglesias y casas multicolores completan estas creaciones únicas.”