En los últimos años se ha producido una revaloración de la fotografía análoga. Aun así, para las nuevas generaciones sigue pareciendo una técnica del pasado, algo en desuso y anacrónico. Sin embargo, los amantes de la fotografía insisten en su práctica porque tienen la certeza de que ambas técnicas corren por carriles diferentes y que una fotografía digital jamás igualará la sutileza de la análoga, más aún si es en blanco y negro.
Ése es el espíritu que guía el taller liderado por Luis Poirot y Fernanda Larraín. Un lugar de encuentro para reflexionar, conversar y hacer fotografía a la manera de antes, a la de siempre. Poirot traspasa su experiencia de décadas como maestro inigualable del blanco y negro y Larraín enseña técnicas de revelado y copia. Para ambos, la fotografía es un proceso lento, silencioso y mágico. Primero se realiza la toma, luego se revela y finalmente se copia. El resultado puede admirarse en esta muestra que reúne a los alumnos del taller y que, como sus tutores, entienden cuánta belleza y poesía puede encontrarse en la infinita gama de los grises.