Inaugurada el mes pasado, la primera exposición en espacio público de este joven artista se ha convertido en una verdadera experiencia cinética. Desde el ingreso, el público percibe el movimiento en cada una de las obras expuestas, ya sean en muro, al piso o suspendidas en el espacio, porque lo que hace el autor es un complejo entramado gráfico que activa el movimiento en el ojo del espectador. Su búsqueda y experimentación llega a tanto que incluso logró ejecutar un retrato mediante el mismo sistema. Así, el rostro de Grace aparece cuando el visitante se posa frente él, y desaparece al moverse sólo unos centímetros.
Dispuesta en varios espacios, la muestra recorre la producción de Morales desde sus inicios. No se trata de una antología, sino de la puesta en escena de la evolución de un corpus de obra vinculado siempre al movimiento. Una de sus últimas obras –instalada en una sala especial- utiliza como soporte una gran pantalla led, lo que agrega movimiento real. Es decir, el movimiento ya no sólo se produce mediante el desplazamiento de quien observa, sino que también es inherente a la obra.
Morales tiene 34 años y una trayectoria impresionante para su corta edad. Sin dudas, su genuino talento seguirá sorprendiéndonos por mucho tiempo más. Una exposición transversal para ver y jugar en familia.