Inaugurada el mes pasado, la muestra de Coco González se ha convertido en una verdadera experiencia. Un espacio de juego, experimentación y tránsito; un viaje por el imaginario de un artista múltiple. Así, en el recorrido -que se inicia con una obra de fines de los 80- confluyen pinturas, esculturas, instalaciones, videos y todos los lenguajes de las artes visuales. Incluso, como parte fundamental del proyecto, el montaje también integra los objetos recolectados por el autor durante más de 30 años, muchos regalados por artesanos y artistas latinoamericanos.
La palabra presagio y sus diferentes significados inundan la portentosa exposición que reúne más de 100 obras ejecutadas entre 1989 y el presente, pero se articulan de manera que crean nuevas capas y lecturas. Es decir, una pintura de 1994 puede estar junta a un objeto de 2008, cruzados por una intervención de 2025. Entonces, se logra la atemporalidad que plantea el autor. Más aún cuando observamos la serie de pinturas en pequeño formato que, sobre un gran muro rojo, recogen los momentos, imágenes y referentes que lo han cautivado. Un espacio donde conviven pasado, presente y futuro, demostrando que el verdadero arte no pierde jamás su vigencia.