En su origen, la fotografía estaba destinada a producir obras en formatos muy limitados. Sin embargo, hoy, mediante los avances tecnológicos, la escala ha aumentado exponencialmente. Por ello, la fotografía ya es otro medio de expresión, otro lenguaje, que del original sólo conserva el registro de la realidad.
Esto queda de manifiesto en el trabajo de Gildemeister, que elige la costa cercana a Los Vilos como punto de partida para el despliegue de imágenes poéticas, sensuales e insinuantes que -como en la obra del pintor norteamericano Mark Rothko-, sitúan al espectador frente a composiciones abstractas cruzadas siempre por líneas horizontales que dividen la composición en dos o más planos.
Entonces, los mares del autor no son un registro de la luz o el movimiento de las aguas. Por el contrario, son muy quietos y silenciosos y se valen de grandes dimensiones para instalarse sobre la superficie inmaculada de los albos muros expositivos. Una muestra para contemplar y dejarse llevar.